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El verbo creador en la alquimia interior

El verbo creador en la alquimia interior: Cómo la palabra y la sexualidad transforman el Ser. “Una de las finalidades del ser tricentrado —el hombre—, es la de convertirse en un corrector del funcionamiento planetario. Las correcciones se hacen con la palabra. Con los misterios inexorables del verbo. Corregir el funcionamiento del universo es estar dotado de la perfección de la palabra —y la palabra es la vestidura del absoluto—.” Para el presente artículo profundizaremos en el mundo místico, el simbolismo alquímico y esotérico a través de la novela “Un tren viajaba en los ojos de Baní”, de Alberto Villalpando, muy en la línea de corrientes gnósticas, alquímicas y del pensamiento iniciático occidental. Hay elementos que recuerdan a Gurdjieff, al hermetismo y al lenguaje del ocultismo latinoamericano.

La palabra y el orden oculto: sexualidad, verbo y regeneración interna en la novela de Alberto Villalpando

León verde, alquimia

En las antiguas escuelas de misterio se enseñaba que la palabra no es sólo un instrumento de comunicación, sino un vehículo de creación, de poder y de transformación universal. Lo que decimos, cómo lo decimos, y desde dónde lo decimos, no sólo refleja nuestro estado interior, sino que lo moldea, lo perpetúa o lo redime.


En este sentido, la novela “Un tren viajaba en los ojos de Baní” de Villalpando —rica en simbolismo y conocimiento gnóstico— invita a contemplar una verdad esencial del camino iniciático: el caos del mundo es el eco del caos de la palabra, y el caos de la palabra es el reflejo del caos de la sexualidad humana.“…en su modo de ser creadora, la palabra es un estrato superior de la sexualidad. Se infiere así, que el funcionamiento sexual humano, es también caótico. El caos de la palabra debe ser ordenado como consecuencia del ordenamiento del caos sexual. La fragua donde se asienta aquel cubo transparente y protector de los cinco cilindros, se enciende en virtud del regeneramiento sexual.”

El aparato interior y la maquinaria oculta

Elixir primordial, mercurio, azufre

Según este planteamiento, el ser humano tricentrado (dotado de centro intelectual, emocional y motor) posee un “aparato fascinante” que transforma la substancia indefinible del ser de la interioridad en modalidades superiores del ser. Este aparato es como una máquina alquímica que, si funciona correctamente, permite cristalizar la divinidad en lo humano. Pero si funciona mal, da lugar a lo que el texto llama homúnculos: entidades psíquicas que parasitan nuestra energía interior y distorsionan la realidad.“Toda enfermedad psíquica, toda palabra que propende a la muerte, todo deseo de profanar los misterios que gobiernan el universo, toda curiosidad cientifista, toda impiedad para con la divinidad, toda causa de discordia, toda pretensión artística, todo postulado anárquico, toda premisa política, todo ello, y aún más, se origina en el deficiente funcionamiento de este aparato. Pues la substancia indefinible del ser de la interioridad, da lugar a la fabricación —por el mal funcionamiento de la máquina— de entes que se cobijan al abrigo de la fascinación creadora de la palabra impropia. Así, dentro de este misterioso aparato, se crea una energía incontenible, donde cada uno de estos entes, esta especie de homúnculos, dicta su propio orden y justifica su propia existencia. Estos seres que emanan de la máquina, se trasladan a la región misma de la substancia indefinible del ser de la interioridad y, allí, devoran despiadadamente esta substancia, impidiendo, de este modo, cualquier crista-lización ulterior de esta substancia, en modalidades superiores del ser”.


Estos homúnculos no son más que proyecciones de nuestra palabra mal dirigida, de la fantasía sin conciencia, del verbo profanado. Su alimento es el deseo desenfrenado, el juicio, la mentira, la vana curiosidad científica sin alma, la palabra sin raíz en lo esencial. Cada uno dicta su propio orden, formando un ejército caótico que nos aleja del centro. Esto genera enfermedades, desórdenes, sufrimientos y la pérdida de nuestro poder creador.


La fragua, el cubo y la regeneración sexual

Rosarium philosophorum, los baños del rey y la reina, alquimia

Pero el camino de retorno existe. El texto propone una imagen alquímica poderosa: en lo profundo del aparato humano reposa una fracción dormida de la materia del Absoluto, simbolizada como una serpiente dormida. Esta energía —claramente relacionada con el fuego serpentino o kundalini— reposa en la fragua del ser, contenida por un cubo de materia transparente que impide el libre funcionamiento de los cinco cilindros mutadores de la energía.


Ese cubo sólo puede fundirse con el calor generado por la regeneración sexual. No se trata de represión, sino de transmutación: redirigir la energía sexual hacia la fragua del alma. El fuego generado despierta a la serpiente, disuelve el cubo, libera la maquinaria sagrada del ser y permite que la palabra vuelva a ser objetiva, creadora y ordenadora.


El Verbo como alquimia superior


En esta visión, la palabra perfecta no nace del intelecto, ni siquiera del corazón romántico, sino de una sexualidad sublimada, purificada y consagrada al misterio más oculto del Ser. La palabra regenerada tiene el poder de ordenar el caos interior y exterior, y por lo tanto, de corregir el funcionamiento del universo.


Aquí aparece una clave esencial del ocultismo: el Verbo es fruto de la energía sexual. La alquimia interna empieza en el sexo, pero culmina en el verbo. Solo la palabra que ha pasado por el crisol de la interioridad regenerada puede tener efecto real en los planos sutiles. Solo esa palabra puede crear lo superior.


Para el buscador


Elixir primordial, adán y Eva, azufre, mercurio, alquimia

Quien quiera emprender este camino debe empezar por observar su verbo cotidiano: ¿desde dónde hablo? ¿Qué creo con lo que digo? ¿Qué entidades fabrico con mis palabras? La conciencia y vigilancia del verbo es el inicio de la magia. No hay hechizo más poderoso que una palabra nacida desde un cuerpo que transmuta su poder, desde un deseo ordenado, desde una mente vaciada de fantasías y una emoción purificada por la verdad creadora.


Lo que el texto revela, entre líneas, es el camino de la magia verdadera, donde la regeneración sexual y el despertar del verbo se convierten en un mismo proceso: la restauración del Orden divino en el corazón del ser humano.

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