¿Por qué enfermamos? El dolor es un lenguaje del alma que señala la necesidad de transformación, conciencia y transmutación energética
- Valentina Villalpando
- 3 may
- 6 Min. de lectura
Este artículo está compuesto por fragmentos seleccionados del prefacio del libro Oculus Somnia del autor Diego Alejandro. El texto ha sido mínimamente editado con el propósito de sintetizar su contenido para fines divulgativos y reflexivos. La selección y el orden responden a una intención de destacar la visión metafísica del cuerpo, la enfermedad y la energía desde una perspectiva trascendente. Se invita al lector a acercarse a la obra completa para una comprensión más profunda.

EL BALANCE ES INEVITABLE
¿Cómo puede comprenderse verdaderamente el Balance, más allá de lo que cada uno considera justo o necesario según sus propios ideales? ¿Es el Balance aquello que favorece al deseo y bienestar personal —como la acumulación de bienes, capital o recompensas por el esfuerzo hacia un ideal—, o aquello que beneficia al conjunto, a la totalidad? ¿quién —o qué— dicta y determina ese equilibrio? ¿Bajo qué sistema de armonía y balance se rigen el Cuerpo y el Reino Natural?; ¿cuál es la prioridad del Balance que sostiene el orden cuántico del Ser?
Un ejemplo claro de la acción del Balance puede observarse mediante la acumulación desmedida de algo que irrumpe la armonía orgánica establecida por las leyes naturales: cuando existe sobre-población o exceso de una entidad dentro de un ecosistema, como el caso de una granja. El exceso de animales, por ejemplo, de crianza de aves en un espacio reducido, puede tener consecuencias fatales si no se mantiene la vida bajo un orden o sistema controlado, llamémoslo “antinatural” por la necesidad de aplicar recursos artificiales, este sistema funciona en forma de respirador artificial, lejos de representar un Orden Natural y propio de la naturaleza.

Una granja de aves sin mantenimiento diario, sin desparasitaciones, desinfección ni vacunas, no duraría más de un mes sin sufrir las consecuencias brutales impuestas por el Orden Natural. Allí, el Balance Natural cobra su factura con la fatalidad arquetípica de Saturno. Por ello, una granja ecológica y bio-orgánica exige condiciones específicas: al menos 4 m2 por ave, y un máximo de 230 gallinas por hectárea. El respeto a estas reglas permite la integración de manera relativamente armónica al Balance Natural, evitando invocar la crueldad de la fatalidad.
Desde esta perspectiva, la fatalidad, la crueldad y la brutalidad pueden comprenderse como una manifestación inevitable del Balance Natural, frente a la inestabilidad de lo construido artificialmente. Bajo esta visión, lo artificial conllevaría todo lo creado bajo leyes que no concientizan ni se rigen directamente por las Leyes Universales del Balance y del Orden Natural.
Disciplinas como la biodescodificación evidencian cómo el cuerpo, en articulación con la mente y las emociones, genera su propio equilibrio.
Un dolor de rodilla, por ejemplo, más allá de lo evidente —como puede ser un golpe y la consiguiente necesidad de desinflamar mediante fricción, un calmante o incluso una cirugía—, representa fundamentalmente un llamado del cuerpo y de la mente que exige la transmisión y transformación de energía.
Desde una perspectiva más profunda y multidimensional —con una mirada trascendente que honra las virtudes brillantes de la mente humana— incluso un simple golpe o dolor en la rodilla puede ser signo de un llamado que brota desde la raíz cuántica del Ser. Un llamado a tomar conciencia frente al peso material de la vida cotidiana, de los hábitos y las frecuencias emotivas que el individuo emite; un llamado a reconciliar responsabilidades laborales o conflictos con figuras de autoridad que aún no logran equilibrarse con el Self.
Incluso puede ser una advertencia desde el Espíritu: una invitación a trascender con el cuerpo el peso del Tiempo y su paso, con su inevitable mutación ideológica y adaptación circunstancial. Los acontecimientos del individuo y la interpretación activa que éste le da a su realidad parten desde la raíz cuántica del Ser. Así, la visión plana de un simple dolor o golpe en la rodilla asciende a planos más profundos, simbólicos y trascendentes, conectando con el Espíritu o Quintaesencia: la entidad que encauza el Sentido hacia lo metafísico y lo eterno, la raíz pura de la verdad que no es efímera y resiste al fuego.

¿Por qué enfermamos? El dolor es un lenguaje del alma que señala la necesidad de transformación, conciencia y transmutación energética
El cuerpo ejecuta medidas para detener el exceso de algo en particular y restablecer el balance con el contexto de Orden Natural. Si uno va demasiado rápido, sin integrar conscientemente lo necesario para sostener esa velocidad, es probable que la Ley Natural imponga un freno: porque se ha estado actuando en desequilibrio con el Todo.
Desde esa perspectiva, la “cruel” ilusión de la vejez representa el peso del tiempo y de todo aquello que, como humanidad, no hemos logrado iluminar desde los planos mental y espiritual, impidiéndonos trascender el arquetipo impuesto por Saturno.
Comprender esta maquinaria cuántica: no creamos ni acumulamos energía, simplemente la transformamos y la emitimos, como hacen las estrellas. Es la calidad de esa energía emitida la que define nuestra relación con el Orden.
A menudo, los accidentes y enfermedades surgen para detener un desequilibrio inconsciente, para ayudarnos a tomar conciencia de lo que necesitamos integrar. Si no se logra ese proceso de balance consciente y trascendente, la fatalidad se manifiesta como una corrección brutal. Y muchas veces, en lugar de resolver el problema, sostenemos ese desequilibrio con un sistema “antinatural" o artificial, apoyado por medicamentos o drogas que “parchan” la herida sin sanarla desde su raíz consciente.
Hoy en día, la medicina moderna es criticada por no atender lo suficiente el origen cuántico del Ser, del porqué de las dolencias y enfermedades: “maquilla” los síntomas mediante fármacos o intervenciones físicas, desgastando y desnaturalizando al cuerpo, alejándolo de su equilibrio esencial, sin resolver realmente el desequilibrio energético que lo conecta con el Todo o con el Self. Ante esta falta de conciencia sobre la causa profunda del desajuste, el Orden inevitablemente buscará otras vías para manifestarse, insistiendo hasta hallar una nueva fisura por donde irrumpir, ingresar y detener al individuo, con el fin de llevarlo a tomar consciencia y redirigir el cauce de su energía y su vida. Es como intentar detener una fuga en una cañería rota con un parche: resistirá un tiempo, pero no mucho, debido a la presión. Lo primero a tomar en cuenta para este caso es averiguar el origen de la presión, cerrar la llave de paso, reemplazar la pieza dañada y, sobre todo, para “sanar” el suceso desde la raíz, comprender el origen de la fisura para evitar que vuelva a suceder y encauzar el sentido de lo sucedido como un llamado a la liberación y perfeccionamiento. Dicho esto de manera simple, un ibuprofeno puede aliviar el dolor en la rodilla, pero no resuelve lo que ese dolor verdaderamente expresa: ¿qué peso es difícil de cargar?, ¿qué energía inconsciente somete, silenciosamente a la mente y a la esencia?

Lamentablemente, muchas veces Saturno cobra con crueldad y brutalidad aquello que no hemos logrado discernir a lo largo de múltiples oportunidades. Cirugías, accidentes, tratamientos dolorosos, medicación abusiva, trasplantes, enfermedades terminales, etc., son manifestaciones de una crueldad natural ejercida por el propio ser humano, pues el Orden Natural está por encima de la vida y la muerte, el placer o la tortura, simplemente expresa sus consecuencias como una forma inevitable de restablecer el Balance.
La gravedad, como fuerza invisible que nos ancla al núcleo del planeta, puede ser comprendida simbólicamente como una tensión de atracción hacia lo profundo que actúa sobre nosotros, especialmente cuando no somos conscientes de su influencia. Es un tirón terrestre que, si no es compensado con la fuerza del conocimiento y la Luz de la claridad mental, puede llevarnos a arrodillarnos, derribarnos... incluso llevarnos a la muerte.
Ocuparse en llenar el vacío profundo del miedo, la negación, la incertidumbre, la ignorancia o la inseguridad, con la luz de la voluntad, la sabiduría, la compasión, el propósito y la visión, dirigirá a la mente y al cuerpo hacia el equilibrio del Orden Natural, evitando así llegar al límite de la brutalidad. Una parte de nuestro proceso de evolución natural es tomar conciencia del Arte de la Transmutación energética del Ser. Aprender a ser fieles a nosotros mismos, a la esencia que se revela con la purificación, renunciando constantemente a la versión fija del “yo” y de las normas o arquetipos mentales establecidos en el colectivo. Pues, ¿hacia dónde apunta nuestra sociedad colectivamente?, ¿tenemos claridad de una meta energética alineada con la naturaleza?, ¿existe una visión colectiva de la ciencia metafísica y cuántica del Alma Humana, o Anima Mundi?
La evolución requiere cambio, muerte simbólica y resurrección para llegar a la energía pura. Pues, ¿en qué invertimos nuestra energía vital?, ¿somos conscientes de ello? Algunos transforman su energía en riqueza y comodidad; otros, en escasez y frustración. Pero... ¿quién transforma su energía en Luz?

La transmutación es un arte ancestral que convierte lo imposible en posible: transforma a la oruga rastrera en una mariposa que se eleva hacia cielo. El escarabajo, enterrado bajo tierra, encarna esta metamorfosis antes de ascender y conquistar los cielos, liberado de su pasado terrenal.
Este arte elevado de la conciencia —la transmutación de la energía— nos libera del sufrimiento, el dolor y la frustración, y nos une con lo más elevado que existe para el Ser, su Balance Natural: el Alma.
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